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domingo, 9 de diciembre de 2012

El Gran San Remo se nos va


Acabo de conocer el lugar donde hacen el mejor arrollado de todo Santiago y quizás de todo Chile, un restaurante donde te transportas a otra dimensión, te alejas de la globalización y te encuentras con lo más preciado de las sociedades, la tradición en su estado más puro. El estilo de este establecimiento se ha conservado durante décadas, nació como una picada de comida típica chilena y permanece de la misma forma, a pesar de no tener una carta muy variada, se han vuelto especialistas en lo que hacen. Apostaron por algo muy arriesgado, por lo que yo sé en Chile no hay muchos restaurantes que en su carta ofrezcan menos de diez platos, al contrario por lo general se trata de tener una oferta variada para complacer a la mayor cantidad de clientes posible, sin embargo en San Remo ofrecen no más de cinco platos, pero los hacen a la perfección, lo cual les ha permitido seguir atendiendo publico por más de treinta años. Por otro lado también han luchado por mantener y demostrar la tradición chilena, desde sus preparaciones que realmente saben a Chile, sus garzones vestidos con humita como se usaba hace muchos años, la atención cálida, amigable y sencilla, la decoración, hasta la misma casona representa a la cultura chilena.
Es muy difícil aceptar la noticia de que hay una alta probabilidad de que cierren  al San Remo, es más difícil aún conociendo el motivo de su cierre, suena increíble que la razón de semejante crimen sea un respiradero de la nueva línea del metro, contando con tanto espacio disponible por los alrededores del local, como por ejemplo usar un espacio del bandejón central de la Avenida Matta, siempre es posible encontrar una solución, pero hacer lo más cómodo o lo mas económico es más importante que una familia que ha luchado durante años en un rubro que no es fácil y además mostrando nuestras tradiciones. Tenemos una identidad gastronómica muy débil, a pesar de tener una extensa lista de preparaciones típicas no hemos sido lo suficientemente valientes como para defenderlas,  por ende no podemos darnos el lujo de ponerle fin a un restaurante que por más de treinta años ha defendido nuestra cultura. Con este tipo de actos, estamos perdiendo de a poco nuestra identidad como chilenos, debería existir una protección por parte del Gobierno hacia este tipo de locales que aportan su granito de arena para mantener viva nuestra cultura, sobretodo sabiendo que detrás hay una familia que ha dado su vida por mantener su restaurante funcionando, obligarlos a cambiarse y comenzar de nuevo, aparte de ser arriesgado para ellos como negocio, es una crueldad ya que es como partir de cero.

Realmente es una lástima el no haber conocido este restaurante antes, pero me quedo con la tranquilidad de haber probado el mejor arrollado con papa fritas del mundo y con la esperanza de que recapaciten y se den cuenta de que lo que están a punto de hacer es un crimen tanto para la familia que esta detrás de este local como para el patrimonio cultural chileno, debemos aprender a defender lo que es nuestro y a no fomentar un desarrollo económico sin conciencia.  

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